martes, 26 de abril de 2011

Años mensajeros

Ver sus ojos llenos de experiencia, tranquilidad e ilusionados por ver un rostro nuevo, causaron en Renzo una gran sorpresa, pues no esperaba que una anciana de 85 años lo estuviera esperando con tantas ansias. Y ni siquiera se conocían.

Angélica tenía cerca de 10 años viviendo en el asilo al que llego de visita Renzo. Un asilo al cual llegó para hacer una labor social que no quería hacer, pues tenía en su corazón, cosas más importantes que hacer. Pero debía cumplir tal compromiso, pues era el "castigo" que se le había otorgado por pintarrajear las paredes de un parque cerca a su casa. Y tal vez el castigo mas benevolente que recibió a diferencia de sus amigos, que durante 2 semanas debían barrer las calles de las avenidas principales de la zona donde vivían, durante 5 horas diarias.

Angélica era una de esas ancianas cuyo carácter hace que uno desee tener una abuelita así. Tan cariñosa, siempre alagando las características de los que la rodean, dando consejos importantes a la gente, y una mirada, que mirada; llena de ilusión por querer saber del mundo, aquel mundo que la trato muy mal en los últimos años de su vida, y decidió hacinarla en un asilo.

Pero a Renzo poco le interesaba estar con una persona así. Pues sólo quería que las dos horas de visita pasen lo más pronto posible. A pesar de esa primera impresión, en la que sintió una sensación muy fuerte al verla, una sensación de paz que generó en su entorno Angélica.

Los domingos, que eran los días que debía ir Renzo, fueron pasando; y cada detalle de la octogenaria anciana cuestionaban más a Renzo. Él jamás había agradecido por todo lo que tenía; pero ella sí. Él jamás había sido tan feliz por tener de postre una gelatina; pero ella sí. Él jamás había rezado un padre nuestro en todas su vida, al menos que él recuerde; pero ella sí Y era muy feliz, ella era muy feliz, encerrada en esa casa, sin poder salir, no poder pasear a menudo. Pero era feliz. Y se preguntó Renzo, ¿qué le daba esa fuerza alegre a esta señora?

Cierto día Angélica quedó mirando al cielo mientras Renzo se estaba quedando dormido sentado en una banca, ambos estaban en el pequeño patio del asilo. Él se percato de esto; pero no le dijo nada, sólo se quedo observándola, y vio como es que ella cerró los ojos, y sonrió. En el corazón de Renzo se dibujo una sonrisa, en su rostro se estreno una sonrisa después de tanto tiempo. Le encantó ver sonreír a Angélica, y no es que nunca la había visto sonreír, sólo que esta vez fue diferente.

Vio claramente como los rayos del sol hacían lucir ese piel tan maltratada por los años, en una blanca tela, como ese cabellito blanco se convertía en algodón, el mas suave y delicado. Y ella seguía sonriendo.

Y de pronto, unas palabras: "Sabes pequeño Renzo, te voy a confesar algo. Tengo miedo de morir y no haber conocido a verdaderos amigos, de no haber sido buena en muchos momentos de mi vida. De no haber hecho nada por cuidar esta bella naturaleza. Tengo miedo de no ser digna de ser feliz en la eternidad. A mis 85 años, aún tengo miedo"


Tras salir del asilo aquella noche, aquellas palabras resonaban en la cabeza de Renzo. Y sintió miedo de llegar a los 85 años y sentir los mismos temores de Angélica. Toda la noche aquella idea lo acompañó, y las siguientes tres noches.

A la cuarta noche no pudo más y fue al asilo. Quería gritarle a Angélica que él no iba ser igual, que él no terminaría en un lugar así, que él si disfrutaría de esa naturaleza.

Llegó, vio pequeñas luces, unos cuantos pétalos de flores tirados en el piso. Y vio a Raquel, otra de las ancianas del asilo, con lágrimas en los ojos.

Busco a Angélica, y no estaba, no había nadie, nadie en la cocina, nadie en la sala...decidió ir al cuarto de ella.

Ahí estaban todos.

Angélica falleció dos días antes sentada en la misma silla en la que la vio Renzo recibiendo todo el cariño de la naturaleza, en la misa posición por lo que le contaron, y se fue así, en paz. Nadie se percato sino 3 horas después. Y seguro se fue al cielo, pues ya había cumplido su misión en este mundo:

"Desde hace buen tiempo Renzo agradece hasta el cansancio por cada una de las cosas que vive, por cada uno de los momentos que pasa con sus amigos, sus padres y hermanos. Y ahora cuida mucho cada elemento de la naturaleza. Ahora le es imposible arrancar alguna planta, simplemente la deja cumplir su ciclo. Es que este es el nuevo Renzo, el que dentro de 65 años tal vez pueda ir al encuentro con Angélica; pero a diferencia de ella, rodeado por la gente que más ama y rodeado de bendiciones."