jueves, 28 de julio de 2011

Lo Temporal

Usted lo ha perdido todo Señor Cáceres! Fue lo último que escuchó decir Mario Cáceres a ese jovén de corbata azul, camisa blanca y pantalón negro. Tras esto, se fue, y dejó a Mario mirando la puerta marrón que se cerró abruptamente tras su salida.

Aquella oficina se convirtió en un lugar en el cual no se percibía la vida. Nada se movía, nada daba un indicio que se movería en por lo menos los siguientes 10 minutos. Tras este lapso, Mario reaccionó. Sus ojos, llenos de lágrimas volvieron en si; buscaron el celular, sus dedos no dejaron de marcar números y su oreja derecha quedo roja de tanto pegar el celular a ella. Pero a cada llamada, la respuesta era casi la misma.... "Lo siento, ahora no puedo ayudarte", "Acabo de invertir y tengo deudas", "No tienes solvencia económica", etc.

Cayó sobre su silla, tal vez la última vez que podría hacer eso.

Mario había realizado una última inversión para salvar su empresa; pero el rumbo que había tomado la economía del país, no prevista por él, terminó por destruir todo lo que había construido a sus 38 años.

Mario Cáceres se graduó de la universidad en la carrera de económia, lucho mucho por tener muchas cosas. Siempre pensó que antes de formar una familia debía tener una estabilidad económica y cosas materiales que darle a su esposa e hijos. Pero a sus 38 años, ya no tenía nada para darle a esa futura familia.

Salió de la oficina rumbo a la casa de Maribel, la mujer con la que venía compartiendo los últimos 5 años de su vida, tenía que contarle lo que era ahora. Un Don nadie. Y que ya no podía ofrecerle todas esas cosas que le prometió que tendrían, ni aquel viaje después de casarse.

Ella, 8 años menor que él, estuvo vinculada desde muy joven a una comunidad católica. Conoció a Mario, porque era amigo de su hermano, y siempre iba a su casa donde vivía ella con sus padres y hermanos. Poco a poco se fueron conociendo, y tras 2 años de amistad, se concreto una relación. Maribel, jamás le exigió a Mario grandes cosas; por el contrario, ella sentía preocupación cuando lo veía repartir su dinero comprando aquellas cosas temporales que solo lo hacían feliz por unos días.

Maribel, dentista de profesión, siempre vivía con lo necesario, ganaba lo necesario, y compraba aquellas cosas que sólo le eran necesarias. En lo único que era exageradamente ambiciosa; pero no criticable, era en el amor. Una palabra cuyo significado lo encontró dentro de aquella comunidad que hizo que el color del cielo se convirtiera en su color favorito, en donde encontró a Cristo, y en donde descubrió que su vocación, que la manera de desplegarse en esta vida sería al lado de otra persona.

Y así conoció a Mario, sumergida en aquella vocación, con su errores, con los celos que la acechaban de vez en cuando, pues estaba aprendiendo a ser amada y a amar. Aprendiendo del mundo, cayéndose; pero nunca dejando de rezas. Y rezaba mucho por que Mario pueda ver la relación como el único y verdadero tesoro que podían ellos tener. Y tal vez tanto fue su deseo que la ruina de Mario sería tal vez la felicidad para ambos.

Tras escuchar a Mario, aún con los ojos llenos de lágrimas, ella solo atino a abrazarlo, y pedirle que jamás se aleje de su lado. Que lucharán juntos hasta que el Señor los llame.

Mario, algo sorprendido por la reacción de ella, pues creyó que hacía bien haciendo tantas cosas para darle una estabilidad económica a esa futura familia, de pronto pudo comprender en aquel momento que lo más bello que su corazón anhelaba en realidad era sentir ese verdadero amor, que no era un auto, ni una casa, ni una oficina más grande...era sentir al amor de ella.


Hoy, Mario y Maribel llevan 5 años casados, esperan a su segundo hijo. La pequeña Gabriela tiene ya 3 años, y reclama a su hermanito.

Mario empezó de cero nuevamente. Trabaja en un banco, y no se hace problemas en ser un empleado más. Pero entre esto y su familia, prioriza lo segundo, a pesar que le han prometido pagarle por sus tiempo extra, pocas veces lo ha aceptado, pues lo que más anhela es llegar a su casa antes que la pequeña Gaby se duerma para leerle un cuento y que se duerma en sus brazos. Es lo que más desea en el día, desde que se despierta.

Maribel, puso su consultorio en su misma casa, no le va mal. Aunque ya estando casi por los 8 meses de embarazo debe parar unos meses para cuidar de sus bebes.

"Ambos otorgaron su vida a servir al Señor, y asumen esa responsabilidad con gran alegría. Conversan con futuras parejas de esposos sobre Dios, tal vez de la manera más eficaz de hacer un apostolado, con su propio testimonio, y de como la eliminación de lo temporal en sus vidas, se convirtió en luz para ellos.
"

jueves, 30 de junio de 2011

Sonrisa

Una sonrisa puede convertir un momento casi triste en una instancia de felicidad. Y es que hay sonrisas, como las que me he encontrado en estos últimos meses, que a uno le inspiran a creer, a tener esperanza en la vida, en el amor y en cada uno de esos hermosos detalles que Dios nos ha dado para administrar en esta tierra.

Una sonrisa, combinada con unos bellos ojos, ojos llenos de vida, puede llevarlo a uno a creer que esta cerca del Paraíso...o me equivoco? Y es que hay, y disculpen la redundancia, sonrisas que son dulces caricias de Dios. Y que jamás deben desparecer, pues le dan ese toque a la vida que uno busca.

Que bonita sonrisa tienes.

jueves, 16 de junio de 2011

¿Libretita?

"Las cosas bonitas del mundo siempre están ahí, sólo que hemos dejado de pensar en ellas, por eso es que ya no las vemos"

Con esa frase es que Alex terminó de leer aquel cuaderno que encontró en el cuarto de su abuelito. Un cuaderno cuyas hojas amarillas y sin algún título asemejaban una simple libretita de anotaciones; y que Alex estuvo a punto de desechar; pero tal vez el aliento aún vivo de su abuelo en aquella casa lo incitó a darle una hojeada. Y si que después se daría cuenta que salvó un gran tesoro familiar.

Aquel cuaderno era una compilación de frases que su abuelo había escrito durante muchos años, y que guardaba con mucho celo, y sólo lo mostraba a su querida Ana; su esposa, quien se le adelantó 4 meses antes en su camino al cielo. Y es que la única persona que podía leer esas anotaciones tenía que ser la esposa, pues el setenta por ciento de las frases o escritos eran de amor, y todos eran para su amada mujer.

"Dulce caricia de Dios", "Mi adorado detalle del mundo", "Mi más dulce esperanza".... Son algunas de las frases que sin tener que leerlas dos veces se quedaron en la mente de Alex. Y es así que él intenta descubrir, buscando más cosas de su abuelo, que es lo que llevó a este hombre a amar tanto a esta mujer, con quien vivió más de 60 años; y que, según le contó su propio padre, nunca le falto el respeto, pues siempre la trato como la madre de sus hijos, la esposa, y al reina de su casa.

Alex no encontró grandes hazañas de su abuelo por conquistar el corazón de su abuelita, cuando ellos fueron jóvenes. No hubo peleas con otros galanes, no hubo raptos de la casa de los suegros, no hubo rompimientos, ni trágicas escenas de amor que terminaran en un mar de lágrimas. Nada de eso, clásicos en las novelas de película, fueron parte de esa bella historia de amor.

Solamente encontró en muchos de lo textos ese deseo de su abuelo de ser digno del amor de su esposa, para lo cual- según cuenta en sus escritos- cada día al despertar, rezaba para poder ser fiel a ese amor, luchando constantemente por conquistarla a diario, y convertir la vida de su mujer en una gran escena de esperanza por vivir cada día más. Pues es la esperanza la que mueve a actuar al hombre. Pero esta ha de estar basada en el más sincero de los sentimientos: el amor. Y es que..."el amor es comunicación, es donarte, una entrega sin condiciones, solidaridad y apertura cálida".

domingo, 8 de mayo de 2011

En algún lugar del tiempo, hasta pronto.

Cuando las dos trompetas y el clarinete decidieron entonarte esa última melodía en la sala de tu casita, allá en tu tierra natal; ya todos comprendimos lo que se venía. Era el momento de decirte adiós.

Te acompañamos hasta donde la vida nos permitió hacerlo, pues te lo merecías; porque nos dejas un gran ejemplo. A una persona así no se le podía dejar sólo en este último tramo de su vida terrenal. Y a pesar de todas las circunstancias que se presentaron camino a tu querio pueblo, a tu querida Sumbilca, decidimos seguir adelante. Pues ni el accidentado camino, ni la baja temperatura impidieron que sigamos acompañándote. Y algunos, que regresamos a tu pueblo después de 10 o 12 años, pudimos ver que el fruto de tu trabajo a dado resultados importantes en tu querida tierra.

Aunque toda la familia es consciente que esto es sólo un instante que nos separamos, y que en algún lugar del tiempo nos volveremos a encontrar, a pesar de comprender ello, no podemos dejar de sentir ese inmenso vacío en el corazón.

Tus 91 años se llevan contigo una cantidad de anécdotas, que nacieron desde tu tierra natal, Sumbilca, hasta tu casita que con tanto amor y sacrificio construiste para tu descendencia. en Lima. Esta descendencia que difícilmente puedrá llegar a opacar lo que fuiste mientras nos acompañaste en esta vida.

-Dos veces alcalde de tu pueblo. Fuiste a conversar con el Presidente de la República para abogar por tus hermanos, por tu gran amor, tu tierra, para mejorar el acceso y la atención de los servicios básicos.

-Presidente de la comunidad. Principal culpable de que tu pueblo tenga luz eléctrica hoy en día. Y cuanto te lo agradecieron hoy tus hermanos comuneros, algunos contemporaneos tuyos, cuando se despedían de ti.

-Profesor de tu querido colegio San Juan Bautista, en donde quedó marcado tu gran amor por la patria, por el correcto uso del uniforme y las reglas que debe seguir todo estudiante. Y así formaste también a tus hijos, que hoy inmensamente te lo agradecieron, ante de ver tu rostro por última vez.

-Padre amoroso. No tengo en mi memoria, ni un recuerdo de ti gritando a mi padre, mis tías o tíos. Tu don de hacer entender las cosas a la gente con esa paciencia especial para explicarlas te hizo diferente.

-Esposo dedicado. Sólo en estos últimos meses llegué a escuchar que le alzabas la voz a mi abuela cuando le hablabas, y es que no era porque te enojabas con ella. Era para que pueda escucharte. Siempre dócil cuando ella te llamaba la atención, y así fuiste durante esos casi 70 años a su lado. En los que demostraste una paciencia única para una persona con un carácter tan particular. Recuerdo que hasta el último, si no la veías por más de 10 minutos, ya estabas preguntando por ella, y a pesar que discutían la mayor parte del tiempo, era muy evidente que no concebías tu vida sin ella, no concebías tus espacios sin esa mujer que te dio 9 hijos.

-Abuelo. Recuerdo de niño cuando me pedías mi libreta de notas, y tras revisarla me dabas mi propina, pues te encantaba ver puros azules. Y aunque sé que ya no soy digno de ello, me alegra que puedas haberte ido con esa imagen de tus nietos, pues recuerdo que hasta tu último cumpleaños, no hace más de 2 semanas, me preguntaste que estaba haciendo, y tras decirte(por enésima vez en estos últimos 3 años, pues ya tu cabecita te estaba jugando malas pasadas) donde trabajaba y que definitivamente quería seguir ejerciendo esta carrera en la que te jubilaste,una gran sonrisa se dibujó en tu rostro.

Te encuentras con tus hijos, Arnaldo, Mercedez, César y Alfredo. Y junto a ellos, tu padres. Y seguro ese antecesor español del cual me hablaste que descendiamos, a quien ahora si le podrás preguntar por ese escudo familiar del que me hablaste algunas vez y asegurabas que existía en el país de Garcilaso de la Vega.

Adiós. Será difícil poder obviar ese legado que nos dejas, esa huella que dejas impregnada en la memoria y el corazón de cada persona que tuvo la bendición de conocerte. Seguro que te equivocaste, que tuviste tus errores, como todos lo hemos tendio; pero la verdad, no recuerdo ninguno, por lo menos el tiempo que estuve contigo, no recuerdo ninguna falla tuya.

Te fuíste con tu rosario sodálite, aquel que compré para alguien muy especial, y de verdad que se fue con alguien muy especial, y nadie mejor que tú para llevártelo.

Hasta la próxima Víctor Delfin Alonzo Rondón.

martes, 26 de abril de 2011

Años mensajeros

Ver sus ojos llenos de experiencia, tranquilidad e ilusionados por ver un rostro nuevo, causaron en Renzo una gran sorpresa, pues no esperaba que una anciana de 85 años lo estuviera esperando con tantas ansias. Y ni siquiera se conocían.

Angélica tenía cerca de 10 años viviendo en el asilo al que llego de visita Renzo. Un asilo al cual llegó para hacer una labor social que no quería hacer, pues tenía en su corazón, cosas más importantes que hacer. Pero debía cumplir tal compromiso, pues era el "castigo" que se le había otorgado por pintarrajear las paredes de un parque cerca a su casa. Y tal vez el castigo mas benevolente que recibió a diferencia de sus amigos, que durante 2 semanas debían barrer las calles de las avenidas principales de la zona donde vivían, durante 5 horas diarias.

Angélica era una de esas ancianas cuyo carácter hace que uno desee tener una abuelita así. Tan cariñosa, siempre alagando las características de los que la rodean, dando consejos importantes a la gente, y una mirada, que mirada; llena de ilusión por querer saber del mundo, aquel mundo que la trato muy mal en los últimos años de su vida, y decidió hacinarla en un asilo.

Pero a Renzo poco le interesaba estar con una persona así. Pues sólo quería que las dos horas de visita pasen lo más pronto posible. A pesar de esa primera impresión, en la que sintió una sensación muy fuerte al verla, una sensación de paz que generó en su entorno Angélica.

Los domingos, que eran los días que debía ir Renzo, fueron pasando; y cada detalle de la octogenaria anciana cuestionaban más a Renzo. Él jamás había agradecido por todo lo que tenía; pero ella sí. Él jamás había sido tan feliz por tener de postre una gelatina; pero ella sí. Él jamás había rezado un padre nuestro en todas su vida, al menos que él recuerde; pero ella sí Y era muy feliz, ella era muy feliz, encerrada en esa casa, sin poder salir, no poder pasear a menudo. Pero era feliz. Y se preguntó Renzo, ¿qué le daba esa fuerza alegre a esta señora?

Cierto día Angélica quedó mirando al cielo mientras Renzo se estaba quedando dormido sentado en una banca, ambos estaban en el pequeño patio del asilo. Él se percato de esto; pero no le dijo nada, sólo se quedo observándola, y vio como es que ella cerró los ojos, y sonrió. En el corazón de Renzo se dibujo una sonrisa, en su rostro se estreno una sonrisa después de tanto tiempo. Le encantó ver sonreír a Angélica, y no es que nunca la había visto sonreír, sólo que esta vez fue diferente.

Vio claramente como los rayos del sol hacían lucir ese piel tan maltratada por los años, en una blanca tela, como ese cabellito blanco se convertía en algodón, el mas suave y delicado. Y ella seguía sonriendo.

Y de pronto, unas palabras: "Sabes pequeño Renzo, te voy a confesar algo. Tengo miedo de morir y no haber conocido a verdaderos amigos, de no haber sido buena en muchos momentos de mi vida. De no haber hecho nada por cuidar esta bella naturaleza. Tengo miedo de no ser digna de ser feliz en la eternidad. A mis 85 años, aún tengo miedo"


Tras salir del asilo aquella noche, aquellas palabras resonaban en la cabeza de Renzo. Y sintió miedo de llegar a los 85 años y sentir los mismos temores de Angélica. Toda la noche aquella idea lo acompañó, y las siguientes tres noches.

A la cuarta noche no pudo más y fue al asilo. Quería gritarle a Angélica que él no iba ser igual, que él no terminaría en un lugar así, que él si disfrutaría de esa naturaleza.

Llegó, vio pequeñas luces, unos cuantos pétalos de flores tirados en el piso. Y vio a Raquel, otra de las ancianas del asilo, con lágrimas en los ojos.

Busco a Angélica, y no estaba, no había nadie, nadie en la cocina, nadie en la sala...decidió ir al cuarto de ella.

Ahí estaban todos.

Angélica falleció dos días antes sentada en la misma silla en la que la vio Renzo recibiendo todo el cariño de la naturaleza, en la misa posición por lo que le contaron, y se fue así, en paz. Nadie se percato sino 3 horas después. Y seguro se fue al cielo, pues ya había cumplido su misión en este mundo:

"Desde hace buen tiempo Renzo agradece hasta el cansancio por cada una de las cosas que vive, por cada uno de los momentos que pasa con sus amigos, sus padres y hermanos. Y ahora cuida mucho cada elemento de la naturaleza. Ahora le es imposible arrancar alguna planta, simplemente la deja cumplir su ciclo. Es que este es el nuevo Renzo, el que dentro de 65 años tal vez pueda ir al encuentro con Angélica; pero a diferencia de ella, rodeado por la gente que más ama y rodeado de bendiciones."

jueves, 24 de marzo de 2011

Propuestas

Si me propusieran cambiar alguna experiencia mía de hoy para atrás, diría que lo único que quisiera cambiar son mis últimos 5 segundos, cuando se me vino esta idea a la mente. ¿Por qué querría cambiar algo de mi pasado?


Si me propusieran la posibilidad de cambiar algunas de las cruces que me han tocado en la vida, por dulces nubes de algodón, diría que sí. Cámbienlas, pero por dulces maderos llenos de espinas. ¿Acaso uno no forja su voluntad en el dolor?


Si me propusieran cambiar alguna de las parte de mi cuerpo que no me gusta, o todas, para haceme más presentable ante el mundo. Mejor que el mundo se acostumbre a mi ¿Acaso un cambio de figura le devolverá sus padres a tantos niños huérfanos?


Si me propusieran que la mujer más bella del mundo me ame ¿es que ya no recibí el amor más grande del mundo cuando una persona dono su vida para salvar la mía hace 2 mil años?

viernes, 18 de marzo de 2011

Silencio necesario

Salvador creyó que su vida tenía que ser así desde el primer día que vio a su padre golpear a su madre, o bueno, desde la primera golpiza que este le propino a ella cuando Salvador ya tenía uso de razón.

Desde chico tuvo mucho ruido en cada uno de los lugares que iba, y permanecía. Su casa nunca fue un lugar muy tranquilo. Sus padres, gritando la mayor parte del tiempo, era muy raro que estén un momento sin pelear, logro al que sólo se llegaba cuando el propio cuerpo les pedía desactivar las neuronas y caer rendidos al sueño. Por otro lado estaban los hermanos de Salvador, Jenny y Ronald. Menores que él, siempre buscando jugar; pero él ya no estaba para esos trotes, los 10 y 8 años que los separaban de Jenny y Ronald respectivamente no se lo permitían.

E
n la escuela, una escuela pública, era imposible encontrar un momento de paz en el aula. Rodeado por 39 personas en un sólo cuarto era imposible. Pero el momento de cambiar le llegó, y pudo escuchar ese llamado.

El abuelo de Salvador, padre de su mamá, murió a causa de un infarto al corazón. Como buen hijo, acompañó a su madre en el velorio y el entierro. Ya en este último lugar, Salvador tuvo una sensación muy rara, mientras la persona vestida de blanco, un sacerdote, pronunciaba unas palabras frente al ataúd de su abuelo. Nadie hablaba.

Mientras sucedía esto, pudo escuchar el viento, ese susurró tan dulce que produce al pasar por los oídos. Pudo escuchar hasta el más mínimo detalle de cada ruido que se producía en ese momento. Pudo escuchar la respiración de cada una de las personas que estaban a su alrededor. Hasta creyó escuchar el ritmo de los latidos de sus corazones. Sintió mucha paz.

Se preguntó cómo es que existía un lugar así, y por qué nunca había estado ahí. Se pregunto sobre la cantidad de ruido que hay en su hogar, su escuela, la calle...el mundo, y si en el lugar más ruidoso del mundo existiría aún la posibilidad de tranquilidad...de silencio si uno se lo propone. Y escuchó también las palabras del sacerdote, que lo cuestionaron acerca de lo que es y cómo debía ser su vida antes de partir.

Desde aquel día Salvador se daba sus escapadas al cementerio, una o dos veces por semana; pero muy pocas veces para visitar a su abuelo; por el contrario, para visitar ese nuevo Salvador que siempre se quedaba ahí, cuando el antiguo salvador salía del cementerio.

Poco a poco Salvador se fue dando cuenta, que le era más sencillo encontrar momentos de silencio en varios ámbitos de su vida. El mundo seguía su propio ritmo; pero él ponía la pausa antes ciertas circunstancias. Se detenía, interiorizaba, analizaba y seguía avanzando. Y se fue descubriendo como persona, como un ser capaz de hacer muchas cosas en la vida. Ello lo llevó a buscar más allá de su propia tranquilidad, pues entrar en silencio le permitió generarse preguntas muy profundas acerca de su vida. Cuyas respuestas no serían faciles de encotrar, ni serán.

Y así transcurrió el tiempo, y Salvador fue creciendo en todos los ámbitos de su vida.

Hoy, Salvador tiene su familia, ama incasablemente a su esposa y sus tres hijos. Ahora, no sólo va el cementerio para visitar a su madre, fallecida hace 2 años;t ambién para seguir buscando esos silencios que tan bien le hacen para poder tomar mejores decisiones.

Aún tiene muchas dudas acerca de la vida, el amor, la muerte....pero ese hombre, que hace años le dio el último adiós a su abuelo, leyendo un libro bastante grueso, hoy le va mostrando lo importante que es tener fe, y nunca perder la esperanza. Esperanza que le permitió a Salvador educar a sus hermanos, sacar a su madre de aquel infierno, y haber encontrado la compañera que estaba destinado para él.

Y es que ahora Salvador cree, ama sin condiciones, y encuentra cada vez más en sus momentos de silencio, cuando entra en armonía con todas sus facultades, lo esencial que es buscar el bien y rezar por la gente, sin pedir nada a cambio.

sábado, 5 de febrero de 2011

Donar la vida

La primera imagen que Ricardo tiene de su padre, con la cual lo recuerda más, es aquella en la que él esta enfermo y en cama; y su padre, sentado a su lado leyéndole un cuento, y besando su frente cuando llegaba la hora de dormir.

Pero esta misma imagen lo lleva a otro mar de imágenes en las que lo recuerda como un hombre amoroso, un hombre que donaba su vida, su cansancio y su tiempo por la gente que en verdad amaba. Aunque esto iba en contraste con su profesión, que le exigía tener un carácter muy fuerte con otras personas.

El hecho de sentir la caricias de la gente con mucho amor, y acariciar con amor, es una característica que Ricardo , está seguro, heredó de su padre.

Hoy, que le ha tocado asumir el papel que su padre decidió asumir hace 25 años, la edad de Ricardo, esta lleno de miedos y cuestionamientos sobre su paternidad. Pero ve a Silvia, la ve mirar su propio vientre y la luz que se enciende en sus ojos, y en él también, enseguida sus ojos muestran una luz de esperanza. Es en esos momentos que él sabe la cantidad de amor que debe salir de su ser para cubrir esta exigencia de cariño que tendrá en pocos meses. Y es que ahora ya no debe darse abasto para acariciar, amar y besar a una sola persona, ahora deber donar todos estos sentimientos a dos personas, y de manera equilibrada.

Y es que hace 25 años, un hombre en la tierra le enseñó lo externo del verdadero amor, con sus detalles y la luz que debe encender en sus ojos cuando mira a alguien con amor. Y hace casi dos mil años, otro hombre le mostró lo interno del verdadero amor, el donar su tiempo, sus espacios mas privados..."su vida" a la gente que uno ama.

domingo, 9 de enero de 2011

Siempre es tiempo

Asumir las consecuencias de sus actos siempre fue un problema innato para Javier. Desde niño fue cultivando en su despistada cabeza la sensación de inseguridad en cada una de las acciones que realizaba. Y es que la protección de la cual fue víctima, una indiscriminada protección por parte de sus padres, no fue necesariamente una ayuda para él.

Sus padres, intentando que él no pueda pasar las grandes penurias que ellos pasaron de niños; ofrecieron a Javier el más dulce y cálido hogar, lleno de esperanzas, pensamientos positivos y sumergidos siempre en una constante alegría, muy superficial(algo de lo que Javier se daría cuenta tiempo después) . Pues se le ocultó muchos problemas, inclusive cuando ya tenía edad para asumirlos y comprenderlos.

Al llegar a una edad considerable, en la que sus emociones ya podían afectar de sobremanera cada uno de sus actos, y sus sentimientos podían afectar ya su forma de comunicarse con el resto, Javier se choco con la dura realidad: No todo lo que él creía, era necesariamente así. En el mundo hay muertes, mentiras, desesperanza y maltratos.

Esa fue la filosofía con la que fue creciendo, en la medida que los días y la noches pasaban sobre su ser. El problema radicaba en que Javier nunca intento reconciliar aquellos temas de alguna manera, siempre dejo pasar cada una de las oportunidades que se le ofrecían. Y es que su hora aún no llegaba.

Asumir que ciertas opiniones de él, que ciertos actos, no estaban en acorde con el mundo, sembraron en él raíces de frustración en su corazón, y desesperanza total por compartir sus ideas con el mundo, con la gente. Poco a poco, su corazón fue cubriendo esa hambre de búsqueda interior con actitudes hedonistas y narcisistas. Y es que el mundo lo fue consumiendo a medida que él crecía.

La muerte de su madre terminó por romper esa relación, termino por refundir en lo más profundo de su corazón su ser espiritual, refundió esa búsqueda interior, de la cual quedaba aún una pequeña chispa. Y se entregó al mundo, a ese mundo hedonista y narcisista, pues su hora aún no llegaba.

Fueron años de una seudofelicidad cubierta por una máscara llena de falsos amigos, falsas relaciones y falsos dioses. Aquella utopía negativa que había creado Javier en su mente, había caído, y germinado en su corazón.

Pero entonces sucedió que se enamoró de la presencia más bella que el pudo haber visto en este mundo, y ella le correspondió; y vinieron años de cierta paz, de un olvido de aquellas ideas hedonistas que Javier tenía en el corazón. Su corazón volvió a creer, a soñar como un adolescente enamorado. Aquella luz que se apagó hace años, volvía relucir en sus ojos. Era un aviso de lo que en verdad es el verdadero amor. Pero su hora aún no llegaba.

Pero, aquel que mueve el mundo, le tenía aún preparado muchas cosas, y no necesariamente agradables a los ojos de Javier.

El llamado a la casa eterna de su amada, a tan temprana edad, lo sumergió en una tristeza terrible. Sus ojos se apagaron nuevamente, su mirada recobro esa frialdad, y su andar se volvió invisible a los ojos del mundo…otra vez.

Y el hedonismo volvió, y así los años lo fueron consumiendo, y su vida se fue apagando lentamente frente a los ojos de cada persona que transcurría por su lado, frente de cada jefe que lo gritaba por llegar tarde, frente de cada mujer que quiso volver a amar; pero nunca pudo hacerlo nuevamente.

Así llego a una edad madura, así llego a la vejez, así llego a estar postrado en una cama de hospital, sobreviviendo de la caridad de la gente.

Ahora, sin fuerzas para levantarse, con los últimos suspiros de su vida, la mirada tierna, y sin más que pensar que en su pasado, se pregunta ¿En qué momento perdió la batalla? ¿En qué momento perdió la esperanza para su vida?¿ En qué momento perdió el horizonte de su existencia?

Y mientras mira a ese hombre vestido de negro, con un libro en la mano, que le unta en la frente un líquido, mientras dibuja una cruz, viene a su mente una imagen cuando de joven, después de recibir el sacramento de la confirmación, un hombre parecido se le acerco y le dijo: “¿Has pensado en seguir a Cristo toda tu vida?” y recuerda su actitud de sorpresa y su “no” a esa propuesta, tan extraña para él. Pero por un instante pensó en cómo hubiese sido su vida si su respuesta hubiese sido “si”. Por un instante se preguntó ¿Quién es Cristo hoy? Por un instante se preguntó ¿Qué hizo Cristo por mi? Y estás preguntas lo fueron acompañando mientras iba cerrando para descansar el sueño eterno. Y su hora por fin llegó, pues conocería el verdadero amor.