jueves, 28 de julio de 2011

Lo Temporal

Usted lo ha perdido todo Señor Cáceres! Fue lo último que escuchó decir Mario Cáceres a ese jovén de corbata azul, camisa blanca y pantalón negro. Tras esto, se fue, y dejó a Mario mirando la puerta marrón que se cerró abruptamente tras su salida.

Aquella oficina se convirtió en un lugar en el cual no se percibía la vida. Nada se movía, nada daba un indicio que se movería en por lo menos los siguientes 10 minutos. Tras este lapso, Mario reaccionó. Sus ojos, llenos de lágrimas volvieron en si; buscaron el celular, sus dedos no dejaron de marcar números y su oreja derecha quedo roja de tanto pegar el celular a ella. Pero a cada llamada, la respuesta era casi la misma.... "Lo siento, ahora no puedo ayudarte", "Acabo de invertir y tengo deudas", "No tienes solvencia económica", etc.

Cayó sobre su silla, tal vez la última vez que podría hacer eso.

Mario había realizado una última inversión para salvar su empresa; pero el rumbo que había tomado la economía del país, no prevista por él, terminó por destruir todo lo que había construido a sus 38 años.

Mario Cáceres se graduó de la universidad en la carrera de económia, lucho mucho por tener muchas cosas. Siempre pensó que antes de formar una familia debía tener una estabilidad económica y cosas materiales que darle a su esposa e hijos. Pero a sus 38 años, ya no tenía nada para darle a esa futura familia.

Salió de la oficina rumbo a la casa de Maribel, la mujer con la que venía compartiendo los últimos 5 años de su vida, tenía que contarle lo que era ahora. Un Don nadie. Y que ya no podía ofrecerle todas esas cosas que le prometió que tendrían, ni aquel viaje después de casarse.

Ella, 8 años menor que él, estuvo vinculada desde muy joven a una comunidad católica. Conoció a Mario, porque era amigo de su hermano, y siempre iba a su casa donde vivía ella con sus padres y hermanos. Poco a poco se fueron conociendo, y tras 2 años de amistad, se concreto una relación. Maribel, jamás le exigió a Mario grandes cosas; por el contrario, ella sentía preocupación cuando lo veía repartir su dinero comprando aquellas cosas temporales que solo lo hacían feliz por unos días.

Maribel, dentista de profesión, siempre vivía con lo necesario, ganaba lo necesario, y compraba aquellas cosas que sólo le eran necesarias. En lo único que era exageradamente ambiciosa; pero no criticable, era en el amor. Una palabra cuyo significado lo encontró dentro de aquella comunidad que hizo que el color del cielo se convirtiera en su color favorito, en donde encontró a Cristo, y en donde descubrió que su vocación, que la manera de desplegarse en esta vida sería al lado de otra persona.

Y así conoció a Mario, sumergida en aquella vocación, con su errores, con los celos que la acechaban de vez en cuando, pues estaba aprendiendo a ser amada y a amar. Aprendiendo del mundo, cayéndose; pero nunca dejando de rezas. Y rezaba mucho por que Mario pueda ver la relación como el único y verdadero tesoro que podían ellos tener. Y tal vez tanto fue su deseo que la ruina de Mario sería tal vez la felicidad para ambos.

Tras escuchar a Mario, aún con los ojos llenos de lágrimas, ella solo atino a abrazarlo, y pedirle que jamás se aleje de su lado. Que lucharán juntos hasta que el Señor los llame.

Mario, algo sorprendido por la reacción de ella, pues creyó que hacía bien haciendo tantas cosas para darle una estabilidad económica a esa futura familia, de pronto pudo comprender en aquel momento que lo más bello que su corazón anhelaba en realidad era sentir ese verdadero amor, que no era un auto, ni una casa, ni una oficina más grande...era sentir al amor de ella.


Hoy, Mario y Maribel llevan 5 años casados, esperan a su segundo hijo. La pequeña Gabriela tiene ya 3 años, y reclama a su hermanito.

Mario empezó de cero nuevamente. Trabaja en un banco, y no se hace problemas en ser un empleado más. Pero entre esto y su familia, prioriza lo segundo, a pesar que le han prometido pagarle por sus tiempo extra, pocas veces lo ha aceptado, pues lo que más anhela es llegar a su casa antes que la pequeña Gaby se duerma para leerle un cuento y que se duerma en sus brazos. Es lo que más desea en el día, desde que se despierta.

Maribel, puso su consultorio en su misma casa, no le va mal. Aunque ya estando casi por los 8 meses de embarazo debe parar unos meses para cuidar de sus bebes.

"Ambos otorgaron su vida a servir al Señor, y asumen esa responsabilidad con gran alegría. Conversan con futuras parejas de esposos sobre Dios, tal vez de la manera más eficaz de hacer un apostolado, con su propio testimonio, y de como la eliminación de lo temporal en sus vidas, se convirtió en luz para ellos.
"