jueves, 24 de marzo de 2011

Propuestas

Si me propusieran cambiar alguna experiencia mía de hoy para atrás, diría que lo único que quisiera cambiar son mis últimos 5 segundos, cuando se me vino esta idea a la mente. ¿Por qué querría cambiar algo de mi pasado?


Si me propusieran la posibilidad de cambiar algunas de las cruces que me han tocado en la vida, por dulces nubes de algodón, diría que sí. Cámbienlas, pero por dulces maderos llenos de espinas. ¿Acaso uno no forja su voluntad en el dolor?


Si me propusieran cambiar alguna de las parte de mi cuerpo que no me gusta, o todas, para haceme más presentable ante el mundo. Mejor que el mundo se acostumbre a mi ¿Acaso un cambio de figura le devolverá sus padres a tantos niños huérfanos?


Si me propusieran que la mujer más bella del mundo me ame ¿es que ya no recibí el amor más grande del mundo cuando una persona dono su vida para salvar la mía hace 2 mil años?

viernes, 18 de marzo de 2011

Silencio necesario

Salvador creyó que su vida tenía que ser así desde el primer día que vio a su padre golpear a su madre, o bueno, desde la primera golpiza que este le propino a ella cuando Salvador ya tenía uso de razón.

Desde chico tuvo mucho ruido en cada uno de los lugares que iba, y permanecía. Su casa nunca fue un lugar muy tranquilo. Sus padres, gritando la mayor parte del tiempo, era muy raro que estén un momento sin pelear, logro al que sólo se llegaba cuando el propio cuerpo les pedía desactivar las neuronas y caer rendidos al sueño. Por otro lado estaban los hermanos de Salvador, Jenny y Ronald. Menores que él, siempre buscando jugar; pero él ya no estaba para esos trotes, los 10 y 8 años que los separaban de Jenny y Ronald respectivamente no se lo permitían.

E
n la escuela, una escuela pública, era imposible encontrar un momento de paz en el aula. Rodeado por 39 personas en un sólo cuarto era imposible. Pero el momento de cambiar le llegó, y pudo escuchar ese llamado.

El abuelo de Salvador, padre de su mamá, murió a causa de un infarto al corazón. Como buen hijo, acompañó a su madre en el velorio y el entierro. Ya en este último lugar, Salvador tuvo una sensación muy rara, mientras la persona vestida de blanco, un sacerdote, pronunciaba unas palabras frente al ataúd de su abuelo. Nadie hablaba.

Mientras sucedía esto, pudo escuchar el viento, ese susurró tan dulce que produce al pasar por los oídos. Pudo escuchar hasta el más mínimo detalle de cada ruido que se producía en ese momento. Pudo escuchar la respiración de cada una de las personas que estaban a su alrededor. Hasta creyó escuchar el ritmo de los latidos de sus corazones. Sintió mucha paz.

Se preguntó cómo es que existía un lugar así, y por qué nunca había estado ahí. Se pregunto sobre la cantidad de ruido que hay en su hogar, su escuela, la calle...el mundo, y si en el lugar más ruidoso del mundo existiría aún la posibilidad de tranquilidad...de silencio si uno se lo propone. Y escuchó también las palabras del sacerdote, que lo cuestionaron acerca de lo que es y cómo debía ser su vida antes de partir.

Desde aquel día Salvador se daba sus escapadas al cementerio, una o dos veces por semana; pero muy pocas veces para visitar a su abuelo; por el contrario, para visitar ese nuevo Salvador que siempre se quedaba ahí, cuando el antiguo salvador salía del cementerio.

Poco a poco Salvador se fue dando cuenta, que le era más sencillo encontrar momentos de silencio en varios ámbitos de su vida. El mundo seguía su propio ritmo; pero él ponía la pausa antes ciertas circunstancias. Se detenía, interiorizaba, analizaba y seguía avanzando. Y se fue descubriendo como persona, como un ser capaz de hacer muchas cosas en la vida. Ello lo llevó a buscar más allá de su propia tranquilidad, pues entrar en silencio le permitió generarse preguntas muy profundas acerca de su vida. Cuyas respuestas no serían faciles de encotrar, ni serán.

Y así transcurrió el tiempo, y Salvador fue creciendo en todos los ámbitos de su vida.

Hoy, Salvador tiene su familia, ama incasablemente a su esposa y sus tres hijos. Ahora, no sólo va el cementerio para visitar a su madre, fallecida hace 2 años;t ambién para seguir buscando esos silencios que tan bien le hacen para poder tomar mejores decisiones.

Aún tiene muchas dudas acerca de la vida, el amor, la muerte....pero ese hombre, que hace años le dio el último adiós a su abuelo, leyendo un libro bastante grueso, hoy le va mostrando lo importante que es tener fe, y nunca perder la esperanza. Esperanza que le permitió a Salvador educar a sus hermanos, sacar a su madre de aquel infierno, y haber encontrado la compañera que estaba destinado para él.

Y es que ahora Salvador cree, ama sin condiciones, y encuentra cada vez más en sus momentos de silencio, cuando entra en armonía con todas sus facultades, lo esencial que es buscar el bien y rezar por la gente, sin pedir nada a cambio.