Con esa frase es que Alex terminó de leer aquel cuaderno que encontró en el cuarto de su abuelito. Un cuaderno cuyas hojas amarillas y sin algún título asemejaban una simple libretita de anotaciones; y que Alex estuvo a punto de desechar; pero tal vez el aliento aún vivo de su abuelo en aquella casa lo incitó a darle una hojeada. Y si que después se daría cuenta que salvó un gran tesoro familiar.
Aquel cuaderno era una compilación de frases que su abuelo había escrito durante muchos años, y que guardaba con mucho celo, y sólo lo mostraba a su querida Ana; su esposa, quien se le adelantó 4 meses antes en su camino al cielo. Y es que la única persona que podía leer esas anotaciones tenía que ser la esposa, pues el setenta por ciento de las frases o escritos eran de amor, y todos eran para su amada mujer.

Alex no encontró grandes hazañas de su abuelo por conquistar el corazón de su abuelita, cuando ellos fueron jóvenes. No hubo peleas con otros galanes, no hubo raptos de la casa de los suegros, no hubo rompimientos, ni trágicas escenas de amor que terminaran en un mar de lágrimas. Nada de eso, clásicos en las novelas de película, fueron parte de esa bella historia de amor.
Solamente encontró en muchos de lo textos ese deseo de su abuelo de ser digno del amor de su esposa, para lo cual- según cuenta en sus escritos- cada día al despertar, rezaba para poder ser fiel a ese amor, luchando constantemente por conquistarla a diario, y convertir la vida de su mujer en una gran escena de esperanza por vivir cada día más. Pues es la esperanza la que mueve a actuar al hombre. Pero esta ha de estar basada en el más sincero de los sentimientos: el amor. Y es que..."el amor es comunicación, es donarte, una entrega sin condiciones, solidaridad y apertura cálida".
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