domingo, 31 de agosto de 2014

Mi Literatura y Dios



Aprendí a leer solo, según me cuentan, pero yo no recuerdo nada. Solo sé que me gustaba echarme al piso y pintar el famoso libro Coquito, existente aún pero ya digitalizado, como los nuevos tiempos educativos lo requieren, y también leer las fabulas de Esopo. Éstas últimas me encantaban, pues me fascinaba darle vida a todos esos animales en mi cabeza. Y creo que es un punto importante de la lectura, pues te desarrolla una creatividad impresionante, y la imagen que te haces de algún personaje o escena no es la misma que tu amigo Fernandito y Manolito se hacen. Fue una buena época de literatura infantil esa, aunque de libros en mi casa habían tantos que los dedos de mi mano sobraban para contarlos, pero pude entretenerme con lo que teníamos.

Una de las imágenes mas relacionadas con el leer y contar cuentos es la que tengo de mi padre, que nos contaba cuentos, siempre antes de dormir. Y por más que en algún momento empezó a contar las mismas historias, no dejaba de agradarme. Y ahora pienso que era el momento en si que me facinaba, y espero replicarlo con mis hijos. Pero como todo adolescente que empieza a buscar su lugar en el mundo; esto dejó de interesarme, y ya no era lo mismo que me lo cuenten a los 12 o 13 años que a los 6 o 7. Y así empecé a llenar mi mente de malas historias. Historias del mundo, de una época en la que la corrupción y el nacimiento de medios de comunicación basura llenó nuestras nobeles cabezas de ignorancia y falta de interés por nuestros hechos sociales, políticos, familiares, y sobre todo, y por lo que ahora me da aún mas pena, "religiosos". Fue un terrible asesinato de la letras aquella época, para los que no teniamos instaurado en nuestra cabeza un referente literario o acceso a buena literatura. Muchos nos alimentamos de lo que los diarios chicha o prensa amarilla publicaban.

La secundaria fue difícil y aún más porque los resultados académicos nunca fueron los mejores. Lenguaje, Religión, Educación Civica, Geográfia, y las terribles Matemáticas, Química y Física. Mis grandes, grandes enemigas éstas últimas, hasta en mi época universitaria.

Pero la historia siempre ha tenido un no sé qué, y también la Literatura. No Lenguaje, que en verdad siempre me ha parecido muy engorroso tener que aprender todo ese tipo de reglas sintácticas antes de escribir; pero al parecer si no las sabes, no escribes bien, y bueno, estoy aprendiendo. El caso es que nunca pude combinar esas dos áreas en mi época colegial; pero la academia pre universitaria fue otra cosa.

Encontré en la historia una forma distinta de contar la vida. Recuerdo a un profesor que vivía la historia, nos señalaba partes del aula como si ahí estuvieran pasando los hechos, cómo si en su mente privilegiada pudiera proyectar las batallas de Cáceres en los Andes, o viendo desde arriba la batalla de Angamos, o si estuviera grabando con un cámara las grandes batallas de Alejandro Magno; pero esas dos horas terminaban muy rápido. 

Posteriormente pasé a formar parte de un grupo, casi emulando a "La Sociedad de los Poetas Muertos", en donde el profesor de Literatura nos empezó a mostrar a escritores como Rimbaud, Baudelaire y Poe. Fueron unas semanas en las que quise sumergirme en la vida bohemia y dejarme arrastrar por todos esos placeres que arrastraron a esos famosos llamados "Poetas Malditos". Pero me di cuenta que había que tener plata y un mayor recorrido literario y social, así que todo quedó en seguir buscando.

En la universidad, con mi gran amigo Erick, retomé por un tiempo a Rimbaud, Baudelaire y Poe; pero pasó lo mismo, y ambos lo supimos aunque nunca lo dijimos, así que decidí dedicarme a intentar aprobar mis cursos, que de por sí me costaron mucho. Y entonces la literatura de Luigi Giussani, San Agustín, un tal Pablo, un libro llamado la Biblia y DIOS, ayudaron a inquietar nuevamente en mí esa búsqueda adolescente de "¿Quién soy?". Ayudaron a sacar ese corazón inquieto que tantos años estuvo dormido.

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Hoy tengo claro muchas cosas sobre ¿Quién Soy?, en el sentido de mi vocación y mi misión primordial en este mundo. No tengo visualizado el premio, pero se qué debo hacer para alcanzarlo, por más que no lo conozca del todo. Y aún así sigo descubriéndome en muchas facetas, y quiero seguir avanzando.
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Y así pasó que empecé a descubrir otro tipo de literatura, que me ayudó a tener algunos criterios para leer algo mas centrado en esa búsqueda. Pero si no tienes buenas referencias, pasa lo que me pasó. Llegó Coelho, quién en su momento me ayudó a entender el tema de nuestra misión en la vida, pero no a ordenar mi camino, no ha definir por donde debía ir. Esa onda New Age que maneja no ayuda mucho tras descubrir que eres un ser único e irrepetible. Te pide seguir solo lo que sientes; pero muchas veces lo que sientes no es lo mas objetivo y te permites vivir en una verdad relativa constante. Y entonces libros, separatas, folletos, manuales, todos en el área de informática, empezaron a caer en mis manos, pues era lo mas obvio y objetivo que debía estudiar en ese momento, y Coelho siguió alimentando mi camino, pero no lo suficiente. Y tras algunas situaciones personales, que no vienen la caso contar, todo cambió, y mi literatura cambió.

Y ENTRÓ DIOS, y me pidió mucho. La Biblia se convirtió en herramienta esencial para mi formación, para ese conocer más a Dios, y lo seguirá siendo; así como los libros de la hermosa espiritualidad y vocación a la que el Señor me ha llamado.  Rimbaud, Baudelaire y Poe fueron cambiados por San Pablo, San Agustín, San Juan de la Cruz, San Francisco de Sales, Benedicto XVI, San Juan Pablo II y también por Tolkien, Chesterton y Victor Hugo.

Mi literatura es pobre; pero no puedo pedir más de lo que puedo hacer por ahora. Y en esta época me toca conocer literatura más académica, pues nuevamente los estudios me lo exigen. Morín y Castells son algunos de los que debo seguir por ahora; pero tengo mis clásicos, y muchos de ellos hablan de Dios, y quiero que hablen de él, es así que a ellos jamás puedo dejar de seguirlos, porque me muestran el camino correcto a seguir, y a avanzar en todo, y cuando digo en todo, es en cada una de las áreas de mi vida; en el trabajo, con mis amigos, con mi novia, con mi madre y hermana, con mi comunidad, en una fiesta, en el supermercado, en la calle, con mis sobrinos, en todos estos momentos me enseñan a ser verdadero hombre, verdadero hijo de Dios. Y me enseñan que soy frágil, débil; y debo estar siempre listo para la batalla, pero que tras cada caída, siempre puedo recurrir al perdón, al amor de DIOS.


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