miércoles, 3 de noviembre de 2010

Recordando una vida nueva.

"...Y a pesar de todo esto, ahora, como el primer día y como siempre, vivo en la más absoluta ignorancia, y si alguien me preguntara cuál es el sentido de nuestra organización, yo no sabría qué responderle. A lo más, me limitaría a pintar rayas rojas en una pizarra negra, esperando confiado los resultados que produce en la mente humana toda explicación que se funda inexorablemente en la cábala."

Así terminó de leer Lucas el cuento "La Insignia" de Julio Ramón Ribeyro. Y tras dejar el libro sobre la mesa; dentro de su cabeza, como una larga cinta de fotografías, empezó a proyectarse una a una las escenas que le han tocado vivir en estos últimos años.

Recordó cómo es que se separó de aquella enamorada a la que amo tanto; porque tenía la necesidad de buscar algo que ni él mismo sabía que era. Recordó cómo es que todo lo que tenía, no alcanzaba para su felicidad.

Recordó cómo es que creyó enamorarse nuevamente, y como fue cayendo esa ilusión tras descubrir que su forma de ser no comulgaba con el pensamiento de ella.

Recordó que en esa búsqueda de no saber que, llegó a un lugar en el que se sintió bastante cómodo, una tranquilidad que pocas veces había experimentado. Recordó como su vida se fue transformando, y el acercamiento a ese algo al que él nunca hizo caso fue la base fundamental de ese cambio.

Pero recordó que a pesar de esa sensación de tranquilidad que lo embargo esos primeros meses en aquel lugar, las dudas, la angustia por una búsqueda de no sabía qué, aún continuaban, y que de deseo paso a convertirse en necesidad. Pues después de ir descubriendo ciertas cosas; en sus pensamientos, como un racimo de uva, se fueron creando una red de preguntas.

Lucas recordó que el tiempo fue pasando y su vida espiritual creyó seguir madurando. La asistencia a diferentes actividades, la misa, el rezar constantemente, la ayuda al necesitado, fueron sembrando en él ciertas dudas sobre su forma de vida. Pero recordó que a pesar de ello, su corazón aún no comprendía lo que buscaba.

Recordó que en esa búsqueda dejó aquella vida que lo había consumido tantos años, dejo las banalidades, y ciertos prejuicios para reconciliar su alma, su corazón, su cuerpo y su mente. Y en esa misma imagen se vio asumiendo responsabilidades en esta nueva vida, pero aún con un corazón en búsqueda de ese algo.

Recordó aquel primer día en que salió de aquella formación. La gente lo miraba con respeto, era muy querido, la gente lo buscaba; pero esto no se lo creyó y no lo perturbo, pues su corazón estaba limpio de ciertas cosas, pero aún con dudas.

Recordó los diferentes lugares a los que viajó, la gente que ayudó. Recordó aquel niño cuya vida se extinguió en sus brazos sin que él pueda hacer nada, y recordó todas las lágrimas que corrieron por su mejilla, y que fueron desapareciendo tras caer en el rostro de aquella inocente criatura.

Recordó la cantidad de madres que lo seguían para pedirle que el interceda para que salven a sus hijos. Y recordó que ante cada petición, una llama de amor se prendía en su corazón; porque llegó a amar con todo su ser a esa gente.

Y recordó cómo es que su corazón, aún siguiendo con sus incógnitas, que crecían cada vez más, fue descubriendo que estás se iban derrumbando cuándo reconocía el inmenso amor que él tenía a sus padres, la forma como amó a las tres mujeres de las cuales se enamoró, el amor con el que se entregó a esa nueva vida, a sus estudios, el amor con el que derramo aquellas lágrimas por aquel niño, el amor con el que ahora miraba a todas las personas que estaban a su lado. Y sobre todo, cuando recordó ese gesto de amor que tuvo una persona hace muchos años atrás, cuando dio su vida para que él pueda ser feliz.

Todo esto lo recordó Lucas mientras caminaba hacia el altar desde donde se encontraba con esta persona que entrego su vida por él, y desde donde la hace presente antes sus fieles.

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